Era viernes y yo seguía sentado mirando esa extraña computadora. Seguía cargando, ¿por qué es tan lenta? Veía por la ventana como todo se oscurecía.
Prender la luz no me costo trabajo, la oficina del Pleno Universitario no era muy grande: una mesa, unos casilleros y una computadora, para ocho desconocidos. Creo que la sobrepoblación nos esta afectando a todos.
Buenas noches, ¿es usted miembro del Pleno Universitario? Desperté de mi letargo (de ver la barra que dice loading). Sí, soy Carlos, pase y tome asiento. Su figura era grotesca, me sentí aliviado cuando oculto su cuerpo deforme detrás de la mesa.
Mi nombre es Jerry Ledesma, soy un ex-estudiante y en mis buenos tiempos también fui miembro del Pleno Universitario apoyando nuestra lucha, ¡por nuestros compañeros! Asentí y casi lo arengue, como si me importara. La computadora seguía cargando. ¡Maldita sea!
Bueno Carlos se que mañana los miembros del Pleno tendrán una reunión y votación sobre temas importantes, me gustaría conversar un poco de ellos. ¿Mañana? ¡Ah! en serio mañana sí, es muy importante, ¿De que tema le gustaría conversar? Bueno mira Carlos mañana se votara para ver si se hace o no una auditoria a nuestra querida universidad ¿sabes? eso no es algo que nos incumba y creo que no deberíamos ir. ¿Nosotros? Sí, nosotros, los estudiantes, tu sabes bien de estas cosas.
Yo no sabia nada, hasta que vi abrirse un maletín con una loable cantidad de dinero, o por lo menos eso aparentaba. La computadora ya había cargado, en ese momento no me importaba. Ramón me había dicho que la necesitaba, tenia archivos importantes ahí, pero verdaderamente ya no me importaba.
Tome el dinero (inconcientemente sonreía). Entiendo esas cosas, no se preocupe que le aseguro no vera ni nuestra sombra en la reunión del Pleno. (Era casi la verdad). El hombre se sentía satisfecho y feliz, orgulloso de haber mantenido “la paz en nuestra querida universidad”.
Excelente, bueno, buenísimo, eres un chico inteligente Carlos, Carlos Rodríguez ¿no? yo asentí con la cabeza. Casi me da un abrazo, me resistí. Adiós Carlos es bueno tener gente como tú como miembro del Pleno, se que así saldremos adelante.
Reía para mis adentros, sí, creo le respondí. Mientras cerraba la puerta y se sentía azaroso de haber acertado con mi apellido. Yo me sentía solo encerrado entre esas paredes extrañas.
Había por lo menos cuatro Carlos en la lista del Pleno y yo no era ninguno de ellos. Esa mañana cuando Ramón (él si era miembro del Pleno) me dijo que arreglara su computadora no me imaginaba nada de lo que iba a pasar. Pobre hombre, aunque en verdad no vería ni mi sombra en el Pleno.
Hola Ramón. Carlos ¿cómo estas? Bien, tu computadora esta perfecta. Gracias ¿vino alguien? No, nadie; ya me voy. ¿Ese maletín? Es un regalo para mi papá, nos vemos chau. Chau.
Sí un regalo, seria la ultima vez que me vería; y, mañana, ¡ah! mañana era la reunión del Pleno, pero yo no estaría allí, ahí todo se aclararía. Que bueno que yo estaré muy lejos, allí no, jamás.
Prender la luz no me costo trabajo, la oficina del Pleno Universitario no era muy grande: una mesa, unos casilleros y una computadora, para ocho desconocidos. Creo que la sobrepoblación nos esta afectando a todos.
Buenas noches, ¿es usted miembro del Pleno Universitario? Desperté de mi letargo (de ver la barra que dice loading). Sí, soy Carlos, pase y tome asiento. Su figura era grotesca, me sentí aliviado cuando oculto su cuerpo deforme detrás de la mesa.
Mi nombre es Jerry Ledesma, soy un ex-estudiante y en mis buenos tiempos también fui miembro del Pleno Universitario apoyando nuestra lucha, ¡por nuestros compañeros! Asentí y casi lo arengue, como si me importara. La computadora seguía cargando. ¡Maldita sea!
Bueno Carlos se que mañana los miembros del Pleno tendrán una reunión y votación sobre temas importantes, me gustaría conversar un poco de ellos. ¿Mañana? ¡Ah! en serio mañana sí, es muy importante, ¿De que tema le gustaría conversar? Bueno mira Carlos mañana se votara para ver si se hace o no una auditoria a nuestra querida universidad ¿sabes? eso no es algo que nos incumba y creo que no deberíamos ir. ¿Nosotros? Sí, nosotros, los estudiantes, tu sabes bien de estas cosas.
Yo no sabia nada, hasta que vi abrirse un maletín con una loable cantidad de dinero, o por lo menos eso aparentaba. La computadora ya había cargado, en ese momento no me importaba. Ramón me había dicho que la necesitaba, tenia archivos importantes ahí, pero verdaderamente ya no me importaba.
Tome el dinero (inconcientemente sonreía). Entiendo esas cosas, no se preocupe que le aseguro no vera ni nuestra sombra en la reunión del Pleno. (Era casi la verdad). El hombre se sentía satisfecho y feliz, orgulloso de haber mantenido “la paz en nuestra querida universidad”.
Excelente, bueno, buenísimo, eres un chico inteligente Carlos, Carlos Rodríguez ¿no? yo asentí con la cabeza. Casi me da un abrazo, me resistí. Adiós Carlos es bueno tener gente como tú como miembro del Pleno, se que así saldremos adelante.
Reía para mis adentros, sí, creo le respondí. Mientras cerraba la puerta y se sentía azaroso de haber acertado con mi apellido. Yo me sentía solo encerrado entre esas paredes extrañas.
Había por lo menos cuatro Carlos en la lista del Pleno y yo no era ninguno de ellos. Esa mañana cuando Ramón (él si era miembro del Pleno) me dijo que arreglara su computadora no me imaginaba nada de lo que iba a pasar. Pobre hombre, aunque en verdad no vería ni mi sombra en el Pleno.
Hola Ramón. Carlos ¿cómo estas? Bien, tu computadora esta perfecta. Gracias ¿vino alguien? No, nadie; ya me voy. ¿Ese maletín? Es un regalo para mi papá, nos vemos chau. Chau.
Sí un regalo, seria la ultima vez que me vería; y, mañana, ¡ah! mañana era la reunión del Pleno, pero yo no estaría allí, ahí todo se aclararía. Que bueno que yo estaré muy lejos, allí no, jamás.
0 comentarios:
Publicar un comentario